Amado Carbonell Santos
Esta curiosa lata, tiene un lugar privilegiado en mi colección particular de la Segunda Guerra Mundial. Fue hallada hace tres de años a 180 km de la ciudad de Riga (Letonia, antiguo país de Latvia), en dirección oeste.
Esta curiosa lata, tiene un lugar privilegiado en mi colección particular de la Segunda Guerra Mundial. Fue hallada hace tres de años a 180 km de la ciudad de Riga (Letonia, antiguo país de Latvia), en dirección oeste.
Mapa de la antigua Latvia, actualmente Kurlandia y Letonia. Fuente: www.go.hrw.com |
La historia de esta lata es bastante
insólita, pues si nos fijamos en las fotografías, veremos cómo en
uno de los lados, hay un gran agujero de penetración, y en el lado
contrario, concretamente en la esquina, hay un objeto que ha quedado
incrustado en el metal desgarrado. Son restos de una bala y roca que
durante un ataque, rebotó en algún saliente de piedra, e impactó
en la lata, atravesando uno de sus lados, y finalmente encajándose
en la esquina.
Dicha lata, fue un testigo mudo de la
feroz batalla de Kurland
Un poco de historia…
Grupo de soldados alemanes refugiados en las trincheras, durante la batalla de Kurland. Fuente: stabswache-de-euros.blogspot.com |
Durante el mes de octubre de 1944, un
grupo de 500.000 soldados (concretamente 32 divisiones alemanas, y
20.000 hombres de la XIX división de la Leton Waffen-SS), fueron
aislados del resto del ejército alemán, y acorralados. Hacia el
este y el sur, tenían al ejército soviético pisándoles los
talones; hacia el norte y el oeste, tenían el Mar Báltico. Los
letones llamaban a ese lugar “kurzemes Katls”, o el hervidor de
Kurland; los alemanes lo llamaron Festung Kurland, la fortaleza de
Kurland.
Para la XIX división Kurland, fue
realmente su última batalla…
Tomaron parte en seis importantes
batallas entre el 12 de octubre de 1944, y el 3 de abril de 1945.
Junto con las unidades del ejército alemán resistieron en todo el
frente, manteniendo los asedios del ejército bolchevique de Kurland,
hasta el 8 de mayo de 1945, momento en el que Alemania capituló.
Estos soldados se mantuvieron invictos
hasta el último momento de la guerra, “im felde unbesiegt”, como
dicen los alemanes.
En una de las últimas batallas, la
compañía en un único periodo de 24 horas, el capitán Miervaldis
Adomsons había conseguido repeler siete ataques del ejército ruso;
después de la batalla, los cuerpos de los soldados soviéticos
fallecidos, se contaban por cientos frente a las posiciones invictas
de los letones.
El alto mando soviético pidió a los
comandantes de la primera y segunda compañía del Báltico, que
tomasen acciones contundentes en la región de Kurland, con el fin de
empujar al enemigo hacia el sector norte del mar Báltico, donde las
unidades del frente alemán no podían disponer de excesiva
movilidad.
El primer intento se produjo el 16 de
octubre de 1944, pero no consiguieron su propósito.
La segunda ofensiva soviética tuvo
lugar el 27 de octubre, pero encontró una gran resistencia desde el
inicio del ataque, y no consiguieron hacerlos retroceder.
El 20 de noviembre se lanzó una
tercera ofensiva, pero los alemanes y los letones de la Waffen-SS
realizaron un contraataque que igualó la línea defensiva soviética,
usando en su favor, las características orográficas de la zona.
Los ataques contra el ejército alemán,
resultaron ser inútiles entre diciembre de 1944, y febrero de 1945.
Existen documentos soviéticos que
muestran como Stalin lanzó diversas divisiones, tras la división
del infierno de Kurland, haciendo caso omiso del gran número de
bajas que había sufrido. Según estimaciones alemanas, el ejército
soviético perdió a 320.000 soldados (incluyendo caídos, heridos o
prisioneros de guerra), además de la pérdida de 2388 tanques, 659
ametralladoras, 900 aviones y 1440 cañones.